PARCELACIÓN EL TRIÁNGULO:

Una historia no contada





Bogotá es una ciudad dividida en 20 localidades. San Cristóbal es la número cuatro y se encuentra ubicada en los Cerros Orientales de la capital, más allá de donde alcanza la vista. Rodeados por los árboles y las oscuras nubes, se encuentran cuatro barrios: Corinto, El Manantial, Triangulo Bajo y Triangulo Alto. Fundados en 1980 por el M-19, antiguamente era un solo barrio conocido como “Parcelación El Triángulo”. Fue un punto estratégico en los 80s, pues en aquel barrio se organizó la toma del Palacio de Justicia en 1985, según Mireya Becerra integrante de una de las familias fundadoras del barrio. Los Becerra, que a pesar de los años causan respeto en las estrechas cuadras del barrio, intentan proteger a los habitantes de la violencia, los vicios y la corrupción.





Actualmente la integrante más conocida de la familia Becerra es Mireya. Ella es una líder social que se ha encargado junto con su esposo, Raúl Gutiérrez, de construir un barrio seguro para su hija Lorena y los demás habitantes del territorio. Raúl es presidente de la Junta de Acción Comunal.





A la entrada del Triángulo Alto se observa la foto de la fundadora, la abuela de Mireya, que murió hace algunos años. El marco de la foto es el material más lujoso que se logra ver en estas casas elaboradas de madera, latas y vallas publicitarias.





Los habitantes de esta comunidad viven del rebusque diario, el reciclaje y empleados. Según un informe de la Alcaldía de Bogotá, “El aumento del número de personas en ambas líneas de pobreza en Bogotá es impactante, máxime teniendo presente que el DANE establece que la línea de pobreza monetaria en 2020 es de $455.030 pesos de ingreso per cápita por unidad de gasto y la de pobreza monetaria extrema es de $178.607 pesos”





A este sector no llega el transporte público, la única manera de subir es por medio de carros antiguos que cobran 1.500 por persona y van desde la parte urbana de San Cristóbal hasta donde finaliza la carretera. De ahí, hay que caminar unos 35 minutos y subir tres escaleras de guadua. Así es el recorrido diario de las personas que viven en este barrio. A las 9 de la noche no puede haber ni un alma en la calle porque se lo “pelan”, como dice Lorena, la hija de Mireya y Raúl.





Aunque este barrio tiene muchas problemáticas, como el déficit de infraestructura y la falta de condiciones dignas para vivir, lo que más les angustia a los habitantes es la reubicación que viene haciendo el FONIDIGER (Instituto Distrital de Gestión de Riesgo y Cambio Climático) junto con el Distrito de Bogotá desde el año 2011.

De acuerdo con estas entidades, la zona se encuentra en un alto riesgo ambiental mitigable por estar ubicados en zonas de remoción de masa, al borde de la quebrada El Chuscal y en la reserva protectora de los Cerros Orientales. En los últimos años han sido despojadas 360 familias y reubicadas en diferentes zonas de la capital, según la Secretaría de Hábitat.





Sin embargo, la duda que surge por parte de los habitantes gira en torno a un proyecto ejecutado por el Jardín Botánico, entidad perteneciente a la Alcaldía Mayor de Bogotá. El proyecto tiene como nombre “Conexión Bio Nodos de Biodiversidad”, del programa “Bogotá Protectora de sus Recursos Naturales”, un plan que busca promover la investigación y la apropiación social de la biodiversidad a partir de la conformación de un sistema de ocho nodos de biodiversidad, basados en la innovación científica y la apropiación de nuevas herramientas tecnológicas.





Según el informe financiero Nodo Cerros Orientales del Jardín Botánico, la ejecución de este nodo tuvo un costo aproximadamente 793 millones y fue financiado por recursos propios de 4 entidades públicas: Alcaldía Local de San Cristóbal, Jardín Botánico, Secretaría Distrital de Ambiente y recursos del sistema general de regalías del Distrito, específicamente del Fondo De Ciencia, Tecnología e Innovación, de acuerdo con la información brindada por el Jardín Botánico de Bogotá.





La pregunta que surge entre Raúl y los demás habitantes es “¿por qué invertir esta suma de dinero en proyectos donde la zona está declarada en alto riesgo y no es de fácil acceso?”

La respuesta para la UIP por parte de Claudia Alexandra Pinzón Osorio, subdirectora científica del Jardín Botánico, es que "tiene como propósito hacer parte de las rutas turísticas de la Localidad de San Cristóbal… En ese sentido, la Alcaldía Local de San Cristóbal podrá potenciar el escenario como un espacio ecoturístico y de enseñanza, para la comunidad del sector.”

Sin embargo, el abandono del Nodo por parte del Jardín Botánico, La Caja de Vivienda Popular, La Secretaría de Ambiente y la Alcaldía Local de San Cristóbal es evidente para las personas de la comunidad aledaña. Esto se da debido a la falta de mantenimiento, lo que ha generado que algunas personas se apropien de este nodo para beneficio propio y denegando el ingreso fácil a este lugar.

A pesar de esto, aquellos escombros que solían ser un barrio se han convertido en un lugar de memoria para estas familias, principalmente la Casa Cultural, en la que vivían ocho mujeres que fueron reubicadas en otro barrio al sur de la ciudad. La comunidad todavía las recuerda con esa voz de lucha y resistencia que las caracterizaba, como dice Lorena.





Raúl le apostó durante muchos años a este proyecto. Se encargaba de mantener el Nodo de Biodiversidad con el fin de convertir su barrio, temido por los habitantes de la ciudad por la inseguridad, en un lugar turístico y de aprendizaje para todas las personas. Sin embargo, de este nodo ya no queda casi nada, es un elefante blanco más de las instituciones del Estado colombiano.




Créditos

Periodistas

Stephania Rodriguez Quiroga

Vanessa Henao Benítez

Brizzy Kireth Bautista Rey


Fotografías

Brizzy Kireth Bautista Rey


Diseño y montaje web

Laura Sofia Torres


Editor

Mauricio Barrantes


Mayo 2022